
De pronto,
sin moverse
lo más mínimo,
aquella muchacha
abrió los ojos. (...)
...y una mujer con un vestido de color naranja, el pelo suelto sobre los hombros.
En el instante en que Hervé Joncour la vio, ella se dio la vuelta lentamente y por un momneto , justo el tiempo de entrecuzar sus miradas.
Seda, Alessandro Baricco
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