El diseño de veleros y barcos en general posee muchos aspectos parejos al diseño arquitectónico. Hay infinidad de diseños y posibilidades. A lo largo de la historia se han intentado imponer fórmulas mágicas de control, y las opiniones han variado desde posiciones conservadoras a otras más abiertas; lo más efectivo siempre ha sido la experiencia y buen ojo para el diseño.

También a lo largo de la evolución del diseño de veleros se ha dado el gusto por proyectos imposibles y fantásticos, llenos de quillas, protuberancias, aerofolios y demás artilugios.
La historia ha demostrado que se partió de naves de crucero, donde primaban esas cualidades de travesía, y pasó por fases intermedias donde crecía cada vez más la importancia de la velocidad, hasta llegar a la situación actual, donde es primordial en muchos aspectos. La eterna cuestión es si un crucero puede ser también un barco de carreras, y en ese intento han invertido su tiempo buena parte de los diseñadores.
Crucero es una manera de vivir más que un deporte. Es sinónimo de navegación agradable, de respuesta amable a la furia del mar, e implica habitabilidad. Debe permitir un entorno para la tripulación que le asegure tranquilidad, descanso y ausencia de balanceos y oscilaciones. El máximo ejemplo se da en el Dorade.
El deseo de velocidad debe equilibrarse con otros aspectos y permitir así el desempeño del barco en todo tipo de mares y climas. Confort, conveniencia y seguridad.
La primera etapa de veleros, partiendo del Jolie Brise hasta el Volunteer, es la llamada de barcos de crucero y competición, o tradicionales. Se parte de un diseño eficaz, y se introducen cambios en el casco, mejorando así las prestaciones de velocidad.
El Wenonah inauguró una serie de veleros de desplazamiento ligero, con poca quilla sumergida y el timón separado de ésta. Los lastres, en forma de bulbo, hacen que sean eficaces para cortas distancias pero inaptos para mar abierto. Requieren buena mar, porque su estabilidad es más reducida. Limitan, por lo tanto, la función.
Fueron muy criticados. Con el paso del tiempo, los yates pasaron a ser una clase distinta dentro de ellos mismos, pues su uso pasó a ser puramente recreativo o de placer. Cambia, por lo tanto, la función. Empiezan a surgir regatas donde la regla única es cruzar primero la meta. Se emplea a fondo la regla física de que los más largos veleros son los más rápidos.
El Flying Fifteen se encuadra en una serie de veleros planos y de competición, con mínima superficie bajo el agua.

También a lo largo de la evolución del diseño de veleros se ha dado el gusto por proyectos imposibles y fantásticos, llenos de quillas, protuberancias, aerofolios y demás artilugios.
La historia ha demostrado que se partió de naves de crucero, donde primaban esas cualidades de travesía, y pasó por fases intermedias donde crecía cada vez más la importancia de la velocidad, hasta llegar a la situación actual, donde es primordial en muchos aspectos. La eterna cuestión es si un crucero puede ser también un barco de carreras, y en ese intento han invertido su tiempo buena parte de los diseñadores.
Crucero es una manera de vivir más que un deporte. Es sinónimo de navegación agradable, de respuesta amable a la furia del mar, e implica habitabilidad. Debe permitir un entorno para la tripulación que le asegure tranquilidad, descanso y ausencia de balanceos y oscilaciones. El máximo ejemplo se da en el Dorade.
El deseo de velocidad debe equilibrarse con otros aspectos y permitir así el desempeño del barco en todo tipo de mares y climas. Confort, conveniencia y seguridad.
La primera etapa de veleros, partiendo del Jolie Brise hasta el Volunteer, es la llamada de barcos de crucero y competición, o tradicionales. Se parte de un diseño eficaz, y se introducen cambios en el casco, mejorando así las prestaciones de velocidad.

Fueron muy criticados. Con el paso del tiempo, los yates pasaron a ser una clase distinta dentro de ellos mismos, pues su uso pasó a ser puramente recreativo o de placer. Cambia, por lo tanto, la función. Empiezan a surgir regatas donde la regla única es cruzar primero la meta. Se emplea a fondo la regla física de que los más largos veleros son los más rápidos.
El Flying Fifteen se encuadra en una serie de veleros planos y de competición, con mínima superficie bajo el agua.
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