Por eso la ausencia tiene también su encanto, porque al fin, es un dolor que se espiritualiza con el recuerdo de las presencias. Acaso todas las diferencias entre los hombres son de memoria y fantasía. Saber recordar, saber imaginar ... Tal vez el amor no es más que eso, y donde eso acaba, comienza la materia, la muerte. (...)
Mientras podemos recordar, -recordarnos-, vivimos, y la vida tiene un valor: el de nuestras imágenes.
Y ahora te veo yo, diciéndome ¡adiós! con la mano, el día de nuestra última entrevista, y tras esa imagen se me va el corazón, tantas veces como la evoco. Y para consolarme traigo a la memoria, la radiante sorpresa de tu llegada, el último día que nos vimos. Lo maravilloso del espíritu es el poder milagroso de elegir entre las imágenes, y cambiar a voluntad unas por otras. (...) Aunque de cuando en cuando, diosa mía, me invade una enorme tristeza. Porque aunque la fantasía pone mucho para consuelo de amantes ausentes, no llega a tener la virtud de la presencia real.
Cartas, Antonio Machado
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