De como el ojo menos se engaña en su ejercicio más que ningún otro sentido

. 16 de febrero de 2006
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A distancias apropiadas y en adecuadas circunstancias, menos se engaña el ojo en su ejercicio que sentido alguno, porque, como ya demostrararé más adelante, ve por líneas rectas que componen una pirámide cuya base descansa en el objeto y cuyo vértice apunta al ojo. 

Por el contrario, el oído mucho se engaña en lo tocante al lugar y distancia de sus objetos, porque los sonidos no le llegan por líneas rectas, como las del ojo, sino por líneas tortuosas y quebradas; y así muy a menudo ocurre que voces lejanas parezcan más cercanas que las próximas a causa de su trayectoria; de suerte que solamente el eco llega a este sentido en línea recta. 

El olfato localiza con mayor dificultad si cabe el lugar de donde un olor procede. Por su parte, el gusto y el tacto han, por conocerlo, de tocar su objeto. (...)

¿Quién no quisiera perder el oído, el olfato y el tacto más que la vista? Pero ¿por qué? Porque quién pierde la visión es como aquél que, arrancado del mundo, no puede verlo ya, ni cosa alguna de las suyas. La vida es así hermana de la muerte.

Tratado de Pintura, Leonardo da Vinci

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