
Las ciencias imitables son de tal condición que el discípulo puede emular al maestro y obtener frutos similares. Son éstas útiles al imitador, pero no se equiparan en excelencia a aquellas que no pueden dejar en herencia, como las otras materias. Entre estas ciencias imitables es primera la pintura: no se puede ésta enseñar a quién la naturaleza se la negó; muy al contrario ocurre con las matemáticas, delas que tanto obtiene el discípulo cuanto el maestro le lee. Tampoco se copia, como las letras, para las que copia y original montan por igual. Ni se fabrica con molde, cual el original. Ni alumbra infinitos retonños, como es el caso de los libros impresos. Sólo ella permanece noble; sólo ella horna a su autor y permanece preciosa y única, sin parir hijos semejantes a sí. Y tal singularidad la hace más excelente que aquellas por doquier publicadas.
Tratado de Pintura, Leonardo da Vinci
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